Recuerdo una vez que, siendo yo pequeña, fuimos a visitar a mis tíos y mis primas me sacaron un juguete que me fascinó: los “pinchitos de luz“. ?
Bueno, seguramente no se llamaría así, pero así lo llamé yo, y así se quedó hasta ahora ?
Se trataba de un tablero de esos con agujeritos y pinchitos para clavar en los agujeritos. Lo especial es que el tablero tenía luz y, cuando acababas tu obra, encendías el tablero y apagabas la luz del cuarto y quedaba taaaaan bonito. Me tiré toooooda la tarde jugando con el juguete de mis primas ?
Y no lo había vuelto a ver. Hasta hace cosa de dos años, que encontré uno parecido y me faltó tiempo para ir a comprarlo.?
Dio la casualidad de que, esa semana, nos habían dicho en el cole que Simón llevaba una racha muy buena de portarse bien y trabajar toda su tarea: total, la excusa perfecta para regalarle el juego (y es que yo estaba también deseando jugar con él )
Crucé los dedos al regalárselo, deseando que le gustara tanto como a mí de pequeña. Y… ¡¡bingo!! Éxito total. Simón se tiró toda esa tarde (y muchas otras tardes que quedaban por venir) con el juego. Y su mamá tan contenta ?
Es que está genial porque trae nada menos que 240 pinchitos, 40 de cada color (azul clarito, azul fuerte, verde, amarillo, naranja y rojo-rosa, aunque la verdad es que estos dos últimos se diferencian bastante poco)
El panel negro para clavar las piezas trae un interruptor lateral para encender y apagar la luz.
El soporte, de plástico duro, trae compartimentos para echar los pinchitos, pero la verdad es que los encontramos muy poco prácticos ya que son muy pequeñitos y resulta difícil guardar todos los pinchitos y sacarlos también.
Lo que hacemos en casa es que tenemos los pinchitos separados por colores en bolsas zip (a nuestros peques les encanta eso de clasificar por colores) y, cuando vamos a jugar, los niños sacan sus vasitos (los de apilar para hacer torres) y echan los pinchitos de cada color en un vasito diferente.
Con sólo echar los pinchitos y “jarruchearlos” de un vasito a otro ya se lo pasan genial 😆
Después… ¡¡¡a clavar!!! La caja trae un librito con ideas y, alguna vez hemos hecho alguna pero la verdad es que lo que más le motiva a mis peques es desarrollar su propia creatividad.
Cuando Simón era más pequeño, usábamos mucho este juego para aprender a hacer series lógicas (del tipo rojo-rojo-amarillo, por ejemplo).
Además, lo de clavar los pinchitos le ha venido fenomenal para el tema de la motricidad fina, que tanto le ha costado.
Tengo que decir que este juego es un clásico en casa y tanto Simón como Martín han jugado a él infinidad de veces. De hecho, Martín se tiró una temporada que lo pedía absolutamente todas las tardes y era con el único juego que era capaz de estar jugando él solito durante muuuucho rato ?
A pesar de que los niños van creciendo, aún juegan con los “pinchitos de luz”. Ayer mismo lo volvieron a sacar y Simón se inventó una playa, con su mar, su arena, su pala…
Desde luego, un juguete más que bien amortizado.
Edad recomendada
A partir de 3 años (cuidado si tu peque es un pequeño “gourmet” porque los pinchitos son pequeños)
A destacar
Un juguete genial para trabajar la clasificación por colores, desarrollar la coordinación ojo-mano, trabajar la pinza y la motricidad fina y fomentar la creatividad y la imaginación.